Soy un viajero incansable quien ha encontrado la felicidad compartiendo pensamientos, relatos, experiencias y aprendizajes del mundo con una pequeña comunidad que aprecia mi muy particular perspectiva de la vida. Podría quizás alardear y autodenominarme sibarita o Bon Vivant, pero realmente creo que soy más bien solo un romántico, un gozador y un amante de encontrar tesoros en lugares inusuales y desconocidos. Tengo una facilidad nata para romantizar cada una de mis travesías y llevarlas a un grado de fantasía.
He viajado desde muy joven en todo tipo de presupuestos e itinerarios: desde el famoso “mochilazo” por el Sudeste Asiático y Europa en los años de adolescencia; la vida de estudiante en Los Estados Unidos y Australia; los un tanto más exóticos como África y La Patagonia; las playas prístinas de Hawaii, Fiji y Nueva Zelanda; lugares fríos como Alaska e Islandia; los de mayor shock cultural como Medio Oriente; y en años recientes, estancias en muchos de los mejores hoteles alrededor del mundo, así como experiencias gastronómicas de nivel en reconocidos restaurantes de las principales capitales mundiales como Londres, Copenhague, Madrid, Paris, Nueva York y Tokio.
La vida me ha concedido el honor y la dicha de conocer muchos países y estoy convencido que esto, además de mi familia, es lo más preciado que poseo. Nunca digo “no” a nada y tampoco me gusta que “me platiquen”; quiero vivirlo absolutamente todo en carne propia. No son objetos, sino experiencias, las que llevo conmigo en mi equipaje de la vida. Estoy muy lejos de ser un viajero experto; sigo cometiendo errores, sigo teniendo prejuicios y sigo con una mente bastante estrecha para mi propio gusto. Estoy agudamente consciente de mi ignorancia, pero estoy en la constante búsqueda de rectificarla. Eso es, al menos para mí, el motivo por el cual viajo. Nunca dejaré de viajar, porque en este instante, habré dejado de vivir.








