Botswana, 2023.
Con una leve sonrisa acompañada de lágrimas, mantengo la mirada fija en el horizonte. Muchos sentimientos me acompañan antes de emprender mi último Safari por África. Trato de contener el llanto porque así me lo enseñaron desde pequeño, pero mis sentimientos son tan fuertes que logran vencerme. África me ha roto; África me ha cautivado; y África ha despertado mi lado más sensible.
Mucho más que una ciudad, grandes paisajes y experiencias de lujo, éste viaje se engalana por sus seres vivos; hablo de su gente, pero hablo también del reino animal. Puedo decirlo desde lo más profundo de mi corazón y con absoluta certeza: África me ha cambiado. Cada viaje viene acompañado de un sinfín de experiencias; momentos de alegría, sorpresas inesperadas y esos inevitables tragos amargos. Cada viaje invariablemente también viene acompañado de un regalo que no está a la simple vista y el cual nos exige sabiduría para poder leer entre líneas.
Si de algo estoy seguro después de tantos años en constante movimiento, es que viajar te cambia (siempre y cuando así tú lo desees). En un mundo tan globalizado, el simple hecho de salir de tu país de origen ya no es suficiente para sensibilizarse y crear conciencia del entorno global. Debemos ser selectivos de la manera en que lo hacemos para que la travesía realmente cumpla su propósito: aprender a coexistir con quienes piensan diferente, darnos las herramientas para dejar un mundo mejor al que encontramos y ampliar nuestra panorámica de la vida.
Botswana me ha mostrado una perspectiva tan hermosa de la existencia, pero a su vez tan triste. Por un lado me llena de felicidad tener la dicha de conocer gente que vive realmente plena con tan poco; personas totalmente ajenas a la maldad del mundo actual. Por otra parte, me invade la tristeza de ver en lo que, como especie humana, nos hemos convertido. Siempre lo he dicho, no puede existir perspectiva sin distancia. He tenido que viajar hasta uno de los rincones más remotos de esta tierra para aprender la lección.
La parte más bonita de este viaje, tuve el honor de compartirla con los animales. Después de múltiples recorridos en donde muchas criaturas me resultan ya familiares, me parece imposible el no sensibilizarme. Diario saludo de frente al mismo león, el mismo elefante, la misma jirafa y el mismo leopardo; todos ellos adornan mis mañanas con una mirada tierna e inocente. Me cuesta trabajo creer que hay quienes los matan por mera diversión. No puedo ignorar el sentimiento de culpa al verlos tan vulnerables y tan dependientes de nuestra conciencia para seguir su curso por una vida feliz, dentro de un ecosistema que les pertenece; el mismo que hemos explotado para generar riqueza a costa de la vida misma. Cómo no verlos a los ojos y sentir ternura, tristeza y responsabilidad.
Botswana es un lugar en donde el tiempo parece detenerse; un lugar en donde las preocupaciones desaparecen y la felicidad abunda; una felicidad que no viene acompañada de bienes materiales. Gracias Botswana porque me enseñaste que la riqueza, la felicidad y el lujo los he tenido siempre en frente; hoy en este horizonte…y mañana, no lo sé.
Naoshima, 2023.
Naoshima es mucho más que una calabaza perdida en medio de una fría playa y mucho más que el sueño y la visión de un individuo; se trata de la imaginación y ejecución colectiva perfecta a la largo de varias décadas. La historia de Naoshima como un destino artístico comienza en 1985.
Pero incluso al día de hoy, éste remoto destino conocido como “La Isla del Arte” es un paraíso perdido ante los ojos del mundo. Venir a Naoshima es inspiración pura, es estimulación de mente y un agudo despertar de los sentidos. Aquí, cada paso y cada espacio es un sueño. Tres grandes y reconocidos nombres son esencialmente importantes para comenzar a hablar de Naoshima: Yayoi Kusama, Hiroshi Sugimoto y Tadao Ando.
Para una mente promedio, resulta casi imposible el tan solo imaginar las formas, colores, espacios e ideas que éstos tres genios han impreso en la distante isla. Es justo y necesario venir para poder apreciar su obra. Como un simple espectador parece ser una ilusión óptica, o mejor dicho una utopía. Este lugar va mucho más allá de la razón; carece de una lógica y poco tiene de sensato. Querer entenderla es irrelevante. Lo importante es saber encontrar su belleza dentro del misticismo que la rodea.
Tailandia, 2022.
Por cuarta ocasión he tenido el privilegio de gozar de este gran país. Cada uno de estos viajes ha sido enmarcado de una forma distinta. El primero se trató de aventura, el segundo de placer, el tercero de huir y este cuarto, de enseñanza. Este último capítulo ha sido el más complejo, he descubierto muchísimos cambios en mi personalidad y en mi forma de disfrutar la vida. Esto desgraciadamente me ha alejado de muchas personas, pero me ha acercado a mucha otras. Descubrí que antes podía estar solo por meses e incluso por años fuera de casa y hoy siento la necesidad de tocar base con mis raíces. Antes encontraba placer en cosas que hoy ya no llaman mi atención y de esta forma he evolucionado como persona y como viajero; realmente aprecio las cosas más sencillas: un platillo local, un gesto de amistad por parte de un extraño, una conversación inesperada en un tren, una tarde de silencio, ver el atardecer en una montaña totalmente solo, o simplemente dormir en paz.
En esta última aventura tuve solamente 3 días de placer, contrario a los 18 de trabajo y esfuerzo arduo, tanto físico como mental. Dos horas de entrenamiento por la mañana y dos por la tarde, ambos en el calor húmedo que caracteriza al Sudeste Asiático. Los entrenamientos son una mezcla de saltar por 20 minutos una cuerda muy pesada que solo yo he visto en Tailandia, correr, estirar los músculos, abdominales excesivos, hacer drills, aprender nuevas técnicas y obviamente peleas con mis compañeros en donde practicamos box occidental, patadas de todo tipo, barridas, clinching y hasta lucha. Acabé muy agotado, tan agotado que tenía moretones por todo el cuerpo y en un ojo, contractura muscular de cuello y calambres en las piernas del esfuerzo sobrehumano al que me sometí. Definitivamente ya no es lo mismo a mis 38 años de edad. Gracias a Dios salí avante de esta gran hazaña. Me llevo de regalo nuevos amigos en distintos continentes, un hotel que me ha visto crecer, su gente que me ha tratado como verdadera familia, pero sobre todo me llevo lo vivido, lo aprendido y lo bailado…y eso nadie me lo quita.
¡Gracias Tailandia!
China, 2018.
He regresado a este inmenso país después de 10 años para encontrarme con una cara totalmente desconocida y distinta. Lo que en aquel entonces parecía como una China rural y en vías de desarrollo, hoy es una gran potencia mundial.
Vine por primera vez a China cuando tenía tan solo 23 años de edad y tengo que aceptar que no necesariamente quedé sorprendido. Un país un tanto sucio, totalmente desorganizado, con un sinfín de fábricas para todo tipo de industrias, todas ferozmente peleando una guerra de precios y pasando de largo la calidad de sus productos.
En aquel entonces China era barato. Muy barato. Los hoteles de lujo eran escasos y la tecnología móvil apenas comenzaba. Recuerdo ir de una ciudad a otra en búsqueda de proveedores cercanos a mi industria. Las carreteras eran peligrosas y muy angostas, la gente manejaba de una manera totalmente salvaje y en ocasiones hasta temía por mi vida. La comida y los modales al comer siempre han sido una pesadilla para mí, incluso hasta el día hoy. Pero eso es cuestión de gustos, costumbres, cultura y el tipo de alimentos disponibles en la zona. No voy a adentrarme más en el tema. En donde sí quisiera ahondar es en el cambio positivo que percibí en todos los demás sentidos.
China ciertamente ha pasado de ser un país en desarrollo, a un país altamente desarrollado. Una clara potencia que hoy en día figura ahí entre los más grandes. Es evidente que sus líderes tuvieron una gran visión. Hoy por hoy, el país entero se encuentra incansablemente entregado a una misión que está cada vez más cercana a cumplirse. Una de las grandes características de un líder es anticiparse a los problemas, antes de que éstos terminen por abatirte. China lo hizo de una manera ejemplar. Xi Jinping, con una acentuada responsabilidad moral, lidera hoy una nación, pero sobre todo el gran proyecto de sus precursores. Sobra recalcar que lo está haciendo de una manera impecable y al parecer estará al frente por un largo período.
Hasta hace algunos años, un grave problema que enfrentaban las dependencias de policía y tránsito eran las personas atropelladas por ebrios al volante. Manejar y tomar era una práctica común y socialmente aceptada. En sus intentos por abatir el problema, China implementó multas, pero el problema persistió; las multas incrementaron, pero el problema aún siguió. Hoy esto ya no es un problema, los castigos son tan severos que van desde 15 días en prisión hasta casi un año, esto además de perder la licencia de conducir por varios años. Mismo caso con la compra de licencias para conducir, anteriormente era fácil conseguirlas pagando a oficiales corruptos. Los accidentes viales han bajado considerablemente debido a que las regulaciones se han endurecido y la corrupción ha venido a la baja. China aprendió a tener mano dura y a ser autoritaria, cosa que en México aún no tenemos la menor idea. Cuando existe un problema que pone en peligro la paz y el bienestar de la población en general, la única manera de erradicarlo es con la dosis más letal: la pena de muerte. El crimen relacionado a robos, secuestros y muertes por violencia no es un problema para China, las drogas menos.
Es claro que China mantiene una especie de celo por su gente y su tecnología. Saben que la única manera de subsistir es a través de la modernización y la especialización tecnológica. La China que todos conocimos hace algunas décadas en donde abundaban las fábricas de productos chatarra a un precio ridículo, van a desaparecer. El gobierno ha tomado cartas en el asunto y busca que solamente aquellas empresas que generen tecnología que compita a nivel mundial con países como Japón, Alemania y Estados Unidos permanezcan. China ya no quiere vender basura.
El trabajador ha pasado de ser una especie de esclavo, a ser visto como uno de los activos más importantes del país. En tan solo 10 años, los obreros han multiplicado su salario por cinco. Hoy China se encuentra en un punto de inflexión en el que la mano de obra empieza a ser relevada por maquinaria de alta tecnología. La educación y el acceso a la información juegan hoy un rol principal en el futuro de la industrialización. Los padres obreros viven prácticamente para trabajar y para poder darle una educación de calidad a sus hijos. Las nuevas generaciones ya no aspiran a trabajar como obreros. El inglés será un idioma hablado por la gran mayoría en un futuro muy cercano. Ya existe la implementación de este idioma dentro de la educación básica, no se diga en escuelas privadas y universidades. Los maestros extranjeros hoy abundan en casi todas las ciudades principales. Las nuevas generaciones vienen educadas de una forma distinta, de tal manera que la limpieza representa un valor único; y en donde desarrollar el intelecto es esencial para no tener que trabajar con las manos como lo hicieron sus antepasados.
El acceso a la información es un tema controversial, China tiene bloqueadas a la mayor parte de las redes sociales y buscadores ‘occidentales’. Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, Google, entre muchos otros, no son accesibles desde su territorio. Ellos tienen su propio monstruo que lleva por nombre WeChat. WeChat es una plataforma que cubre absolutamente todos los aspectos de la vida diaria de cualquier persona con acceso a un teléfono móvil e internet. La plataforma, entre muchas otras funciones sirve para compartir fotos y videos, mandar mensajes instantáneos, hacer pagos electrónicos desde un móvil en casi todos los comercios establecidos del país, además de ser una especie de banco con un interés de hasta un 5% para así también captar tu dinero. WeChat es una empresa de origen nacional con un alto involucramiento por parte del gobierno. Cautelosos por la fuga de capitales y tecnología, así como el cuidado de la información personal de su población, China bloqueó a los gigantes de Silicon Valley. China de hecho está formando su propio Silicon Valley en algunas zonas de las ciudades de Dongguan y Shenzhen: parques industriales élite solamente para empresas altamente tecnológicas.
El desarrollo en infraestructura es algo sin precedentes. Puentes, túneles, ferrocarriles y carreteras que no le piden nada a las de Estados Unidos y que unen al país en todos los sentidos. Edificios y más edificios, centros comerciales, centros de convenciones, escuelas, universidades, hospitales y un mundo de inversión en desarrollo. El país se ha encarecido de una forma inesperada, pero esto no es un problema porque la población trae dinero para pagarlo. Los vehículos de lujo provenientes de Europa (que cuestan hasta 3 veces más que en Estados Unidos) abundan en las calles. El dinero ha permeado en todas las esferas de la población. Aquellos estratos sociales que tan solo hace algunas décadas dudaban poder sobrevivir, hoy tienen acceso a lujos que jamás imaginaron.
No quiero decir que China tiene el futuro resuelto; existen aún, un sinfín de retos. Falta por subirse a esta ola una gran parte del territorio, que aún es considerado rural. La corrupción en las más altas esferas de la población y del gobierno aún persiste. La contaminación en la mayoría de las ciudades es tan real que incluso el cáncer de pulmón es la causa de muerte que ocupa el primer puesto en el país. La creciente población es sin duda un problema; ya no cabemos en este mundo y China es el país más poblado de este planeta.
Estados Unidos aún ocupa la primera posición en gasto militar y segundo en desarrollo de tecnología, pero China viene pegando fuerte. Será cuestión de tiempo para ver el desenlace de esta batalla que apenas comienza y que se ha venido intensificando recientemente.
Hong Kong, 2018.
Para realmente comprender el esplendor de Hong Kong, quizás y es oportuno una pequeña dosis de historia. Pongamos en contexto lo siguiente: Después de un ‘préstamo’ por 99 años concedido al Reino Unido, en 1997, el puerto regresó a manos de China. Aún y cuando los británicos hayan desaparecido, dejan arrastrando un inmenso legado. En gran medida gracias a estas dos culturas opuestas, hoy existe una dualidad, un hermoso contraste y disparidad que la hacen irresistible ante cualquier viajero. Playas entre montañas espectaculares y justo a un lado, el skyline más hermoso del mundo; las bellas mansiones de Victoria Peak en armonía con obscuros y estrechos callejones. Restaurantes Michelin a la altura de Tokyo, Paris o Nueva York, conviviendo con pequeños tejabanes de comida callejera digna de un programa del difunto Anthony Bourdain.
Hong Kong se remonta a mis primeras aventuras como un viajero solitario, mucho antes de las grandes odiseas que hoy llevo conmigo. Inicialmente fue tan solo un complemento de mis viajes de negocios a China continental. En mi último viaje, tuve el privilegio de conocer grandes amigos; ellos me llevaron de la mano en mi breve paso por esta bella ciudad y me mostraron algunas de las joyas, tan solo dignas de un local. Eran otros los tiempos, pasaba mis fines de semana en un estado de ebriedad constante, persiguiendo tacones y juergas; los paseos en yate eran seguidos por un festín propio de un samurai en el emblemático sushi de Tokyo Joe; acto seguido, bar hopping por no menos de cinco tugurios, previo a nuestra llegada triunfal al Dragon-i. Después invariablemente vendría alguna fiesta casera hasta el amanecer con una monumental vista del puerto. Eran otros los tiempos repito; comprendo que Hong Kong es mucho más que eso y por ello mismo, hoy tengo un motivo para regresar. Quiero que Hong Kong me regale su otro lado y me siga cautivando con su complejidad. Quizás y esté soñando, pero espero a mi regreso ver un Hong Kong que mantiene su libertad de expresión y esa ‘falsa autonomía/soberanía’ que la han acompañado por tantas décadas. China insaciable viene detrás y quizás sea ya muy tarde.
Pandemia, 2020.
Recordando cuando todavía existía la posibilidad de viajar. Tomar un par de vuelos y en 24 horas encontrarte del otro lado del mundo en un lugar completamente desconocido, pero listo para ser descubierto; tierra fértil para un viajero inexperto y hambriento de experiencias. Daría todo por volver el tiempo atrás, dormir en un avión y amanecer en Islandia, Australia, Japón, Nepal o cualquier destino lejano. Nuestra realidad actual es muy distinta, pero volverán los tiempos aquellos y todo será aún mejor, porque ahora sabremos el valor del regalo más grande de la vida para el hombre: la libertad.
Gracias, 2021.
“Metanoia” es un término griego que me encanta y qué significa un cambio fundamental en la manera de pensar, una nueva visión del mundo. Una transformación total, radical y positiva de nuestro corazón que básicamente resulta en una conversión espiritual.
No quiero sonar cursi y tampoco quiero decir que todos nos convirtamos en yoguis kundalinis o monjes budistas, pero yo sí creo el mundo necesita un poco de esencia/espíritu. Debemos parar por un segundo y preguntarnos, ¿a qué chingados venimos a este mundo? Volteemos atrás por un momento y nos daremos cuenta que por nuestra vida han desfilado un sinfín de personalidades; la mayoría pasajeras. Unas cuantas se alejaron y la gran mayoría se fueron para nunca regresar, pero todas invariablemente vinieron por un momento para enseñarnos algo. Muchas de esas lecciones quizás fueron tan dolorosas que incluso nos cuesta recordarlas, habrá otras que son tan hermosas que aún hoy nos traen lágrimas de felicidad. Gente va y gente viene, pero habrá unos cuantos que permanecerán hasta el final, esos que uno cuenta con los dedos de las manos, a quienes les debemos todo el cariño que nos queda.
Tuvieron tristemente que pasar 37 años para darme cuenta que la vida en pareja y la vida en familia es el gran final, la ópera maestra, el plato fuerte y el gran desenlace. Este tipo de felicidad no se compara ni con el mejor viaje, la mejor fiesta, el carro más chingón o la casa más lujosa. Un beso de mi esposa, un ‘te quiero’ de una hermana, la sonrisa de mamá o un abrazo de papá son para mí hoy cosas irremplazables. Mi verdadera riqueza es el tiempo que me queda con ellos, pero no sabré hasta haberlo perdido…¡qué razón tenía mi viejo!
Hoy es el momento de recuperarlo, de vivir una gran pinche vida, una de la cual nos sintamos orgullosos. Es momento de convivir con esos poquitos. Calidad, no cantidad. Dejemos de preocuparnos por lo material y démosle prioridad a los recuerdos que sí nos vamos a llevar al más allá. Ahora pienso que nunca es tarde y por esa gran lección, te estoy eternamente agradecido. ¡Gracias 2021!
Sydney, 2019.
Hasta luego Sydney. Una vez más esta ciudad me ha dejado maravillado con su belleza y diversidad. 16 días de viejos y nuevos amigos, playa, sol, ejercicio y mucha fiesta han enmarcado esta edición. Phil como siempre un gran anfitrión y un gran amigo, de esos que uno cuenta con los dedos de una sola mano; nos reímos como pocas veces esta última noche, recordando todas las historias y nuestros viajes alrededor del mundo que han formado y estrechado este gran lazo de amistad que hemos bautizado como THE KINGS. Me voy feliz y aunque sé que regresaré, ya nunca será igual. No mejor ni tampoco peor, simplemente diferente. Tengo grandes motivos para regresar a casa y otro gran viaje en puerta. Me voy con las manos llenas una vez más. Gracias Sydney! Gracias Phil Winterton.
Pico De Orizaba, 2019.
Esta etapa de mi vida se llama venciendo mis miedos. Hace un año partí ilusionado en una expedición hacia el Campo Base del Everest con una altura de 5,364 metros. Pasé de largo un entrenamiento físico adecuado, así como el conocimiento básico de montaña. Al llegar a los 4,000 metros, fui evacuado por mal de altura y un ataque de pánico en un obscuro, remoto y frío poblado de los Himalayas llamado Tengboche. Días, semanas y meses enteros de angustia, ansiedad y tristeza vinieron después, incluso al grado de preguntarme si algún día volvería a ser el mismo de antes. Después de pasar el trago amargo y meditar lo sucedido, decidí que yo sería más grande que la situación y decidí imponerme un reto mayor al que me había derrotado. El Pico de Orizaba tiene una altura de 5,636 metros sobre el nivel del mar y cuenta con un ascenso en cierta medida técnico gracias a un enorme glaciar, en ocasiones mortal, con 45 grados de inclinación y con una extensión de 500 metros, mismos que terminan en la cumbre. No me daba miedo la idea de volver a la montaña, me daba pánico, pero pensé que esta sería la única manera de por fin dejar atrás todos mis sentimientos negativos.
Llegaron los meses de intensa preparación física, aclimatación en altura con sesiones de hipoxia, sacrificar la fiesta y el sueño para probarme a mi mismo que todo lo que deseas con el corazón se puede lograr. Trabajé muchísimo con mi cabeza, visualicé el ascenso en mi mente mil y una veces. Platiqué con gente que había hecho cumbre, leí artículos, pregunté hasta cansarme y poco a poco me fui creyendo que lo iba lograr. Para muchos montañistas, el Pico de Orizaba es una cumbre más, pero para alguien que ha sufrido una experiencia traumática en montaña, enfrentarse al Pico es un gran reto. Ayer viernes a las 7:30 am hice cumbre en “El Techo de México”. Ayer por un instante, la montaña fue mía y tuve la fortuna de estar parado en el punto mas alto del país. Ayer, pude comprobar que detrás del miedo, te está esperando el éxito. Gracias Citlaltépetl por darme mi primer llanto de alegría y por abrirme la puerta para regresar bien preparado al Everest.
Everest, 2018.
Es un tanto difícil comenzar a escribir sobre estas líneas mi experiencia por El Himalaya. Desde que tengo uso de razón, llevo en mi corazón muy fuertes sentimientos hacia El Monte Everest. En parte asombro, otro tanto curiosidad, pero sobre todo, respeto. Mi más reciente decisión de finalmente emprender el viaje pudo haber sido motivado décadas atrás, cuando siendo un niño, quedé marcado por un documental. O quizás se deba a mi más reciente interés por la historia de Edmund Hillary y Tenzing Norgay, los primeros en ascender a la cumbre más alta del mundo. De igual forma, no tiene relevancia. Hace 8 días llegué ilusionado a Nepal para tomar parte en una excursión de 14 días con el objetivo de llegar al Campo Base del Everest, la Meca del alpinista por excelencia. Fue tanta mi ilusión que pasé de largo cualquier entrenamiento o preparación previa. Aún desconozco cual fue el detonante de mi falta de oxígeno al llegar a los 4,000 metros. Quizás el no hacer caso a mi guía y negarme a tomar el medicamento que me fue recomendado para contrarrestar este mal. Quizás y a medida que ascendía y conforme me adentraba en un mundo tan desconocido, mis nervios se apoderaban de mi mente, para finalmente traícionarme. Cualquiera el caso, resultó en serios problemas de respiración, ritmo cardíaco y miedo a la muerte por igual. Creo que buscar los motivos es irrelevante, los tiempos de Dios son perfectos y en esta ocasión, El Everest no era para mí. Fui digno de saludar a este imponente gigante a 24 kilómetros de distancia y aunque solo pude ver su copete, tuve una despedida llena de lágrimas, y rendido ante su majestuosidad, le cedí el triunfo en lo absoluto. He decidido cancelar el resto de mi viaje por los Himalayas y el Tíbet. Quiero que el Monte Everest se lleve lo mejor de mí y aunque me voy derrotado y lleno de tristeza, sé que algún día volveré por la revancha. Viajar me ha dado un sinfín de alegrías y muy pocos pesares, éste es sin duda el mayor de ellos. Es muy pronto para poder dimensionar la lección aprendida. Dicen que se aprende más de los fracasos, pero solo el tiempo dirá. A veces se necesita dar un paso atrás para poder dar dos hacia adelante. Gracias Everest!
Europe, 2018.
To say that I have lived life to the fullest would be an understatement. Unfortunately, I couldn’t say that I was raised this way, or that I grew up watching someone else do it and therefore learned as an example. To this day, it is not clear to me what caused this insatiable thirst to conquer the world. You could definitely say that I am no big shot and on the other hand I’m just a regular individual with barely any huge accomplishments in life; I would totally agree. A perfectly normal human being. 34-year old guy with no wife, no kids and no big empire under his belt. However, there is a slight difference that sets me apart from the average rest: I CHOSE TO BE HAPPY WITH MY LIFE! I get to choose what I want to do every single day. I do not take orders or follow on someone else’s footsteps. I live life exactly my way and to me that is SUCCESS. If I feel like the happiest and luckiest man alive, to me that is enough. I do not have to prove this to anyone, except for myself. This is what we should all aim for, regardless of our situation. I found happiness in traveling and I discovered that by doing it, every other aspect in my life somehow seemed to fall right into place. 6 weeks ago I left home one man. Today I come back a better version of myself. Every single time, year after year, and after 60-something countries, all I know is that magic always happens when I travel. If you are still wondering why I always do it all alone? I am not quite sure. There is something extremely liberating about doing it this way. It’s quite the challenge. A life-changing experience to say the least. It’s almost like a signature, it has your own personal style and no one else can ever do it the way you do. You should definitely try it at least once in your life.
But who knows? Maybe traveling doesn’t cut it for you, I honestly wouldn’t know what makes YOU happy. What is “that thing” that really drives you crazy and makes you do stupid things? Go on, find out what it is and do it every day for the rest of your life! If you haven’t found it yet, do not worry, keep your heart open and always remember that having dreams is what makes life tolerable. Thank you Europe.
Gracias, 2023.
Han pasado casi dos décadas desde que emprendí mi primer viaje en solitario. Todavía recuerdo como si fuera ayer esas palabras de mi padre en un tono realista y crudo: “No vas a encontrar lo que dejaste”. El mundo de fantasía que había experimentado en mi semestre de intercambio en Australia había desaparecido. ¡Qué razón tenía papá!
Ciertamente todo fue distinto en esta ocasión. La aventura comenzó ese verano del 2007 y ya no habría vuelta atrás. Lentamente me adentraba en un mundo desconocido, tierra fértil para un viajero inexperto. Hoy, 18 años y decenas de países después, puedo decir con certeza que viajo con la misma pasión que aquel joven mochilero cazador de faldas. Los viajes han tomado otro sentido. Hoy encuentro placer en lo genuino: una cultura contrastante, manjares simples y otros no tan simples, nuevos amigos de todos tamaños, colores y sabores; playas de ensueño; y esas personas que contamos con los dedos de una sola mano.
Este año tuvimos la dicha de recorrer más de 237 mil kilómetros por cielo, mar y tierra para un total de 6 continentes. La Patagonia nos llevó hasta “el fin del mundo”. Nueva York nos inspiró con su gente, y ese estilo tan único y tan elegante. Japón con una mezcla perfecta entre lo tradicional y lo moderno se coronó como el favorito de Carmen. Vancouver y Alaska nos regalaron paisajes que hasta entonces solo habitaban en nuestros sueños. Punta Mita y la Isla del Padre dieron el banderazo de inicio a un verano en familia; Madrid nos deleitó con sus grandes restaurantes y hoteles; Mallorca con esos pueblitos sacados de un cuento y sus bellas calas; Cerdeña nos regaló la mejor boda que habremos de ir en nuestra vida. Capri y La Costa Amalfitana se vistieron de gala entre montañas y mar para estrechar un lazo con grandes amigos. Realmente vivimos Sudáfrica; barrimos con Capetown, peinamos completa la zona vinícola y descubrimos una joyita llamada Lekkerwater. Botswana a través de Natural Selection nos sensibilizó con las criaturas más tiernas de este planeta. Cerramos el año con broche de oro y mi consentido: Sydney, Australia. El lugar que me inspiró a vivir la vida de esta manera.
Si bien hoy es momento de regresar a casa para recibir la bendición más grande que una pareja pueda experimentar, espero con ansias el día en que pueda llevarla conmigo y mostrarle el mundo a través de mis ojos. Viajar se ha convertido en mi más grande pasión y una parte esencial en nuestra vida como pareja. Quisiera pasar el resto de mis días conociendo el mundo, disfrutando mi familia y compartiendo con una comunidad que me inspira a hacer esto con mucho amor.
¡Gracias 2023!
Lekkerwater, 2023.
Cuando pensamos en lujo, quizás lo primero que se nos viene en mente sean joyas, reconocidas marcas o una cena de 15 tiempos con champagne en “la “ciudad de la luz”.
Lujo para mí es otra cosa completamente distinta. Lujo es despertarte en un paraíso totalmente aislado del mundo exterior; lujo es poner las primeras huellas en la arena de una playa desierta; lujo es regresar al lugar de origen de la humanidad y conocer a fondo su evolución; lujo es disfrutar la migración de ballenas desde tu balcón, sabiendo que están en buenas manos; lujo es despertar con la mujer de tus sueños, abrir las cortinas y ver esto; lujo es una cátedra de flora, fauna y vida marítima impartida por el ser más apasionado que he conocido hasta hoy: Francois; lujo es hospedarte con quien se preocupa por la conservación de este planeta; pero sobre todo, lujo es tranquilidad, paz, privacidad, y romance entre montañas y mar; lujo es el poder desconectarte por completo para adentrarte en lo más profundo de una reserva natural protegida; Lekkerwater Lodge es el epítome de una vacación de descanso; un lugar secreto, sin vecinos a cientos de kilómetros a la redonda. Un paraíso prístino en La Reserva De Hoop en la bella Sudáfrica; un pedacito de cielo por no decir más.
Encontrar tesoros en lugares desconocidos e inusuales es de las cosas que más me traen felicidad. Muy pocos hemos tenido la dicha de conocer Lekkerwater de Natural Selection; si te interesa vivir esta experiencia, envíame un mensaje para guiarte en el proceso de lo que bien podría ser el fin de semana más bonito de tu vida.
La Colombe, 2023.
Mantener la capacidad de asombro en un mundo globalizado, en dónde tendencias y moda viajan tan rápidamente, resulta en ocasiones complicado.
Hoy en día, la gran mayoría de buenos restaurantes en el mundo resultan de alguna u otra forma parecidos. Pero justo cuando crees haberlo visto todo, los viajes guardan sorpresas. Hablo del ser atípico, el diferente, el creativo y ese que alguna vez llamamos raro.
Tal el es el caso de La Colombe, un parque de diversiones para quienes buscan una experiencia sensorial que estimule cada uno de los cinco sentidos. Creatividad llevada a su máxima expresión.
Un lugar que tiene muy claro lo que hace grande una experiencia: Luz natural, ventanas abiertas con aire limpio del Valle de Constantia, un interiorismo sencillo en donde los protagonistas son la vista, el servicio, sus ingredientes de primera, y sobre todo, platillos que son verdaderamente una obra de arte. Como todo en la vida, con vino sabe mejor. Déjate consentir y déjate sorprender por un Sudáfrica que lo tiene todo!
Cape Town, 2023.
Muchos dicen que se trata de la ciudad más bonita en el mundo. Una aseveración que no podría estar muy lejos de la realidad. Cape Town es la cara bonita de un país en lucha constante por igualdad y transformación. Hoy, en una era post-segregación, es el tiempo ideal para vivir esta metrópoli que ostenta una hermosa mezcla de ideologías, religiones, culturas, idiomas y sabores.
Cape Town es una capital gastronómica mundial, pero sin los títulos; un lugar que no tiene la atención que merece; Cape Town es sinónimo de buen vino, gente alegre y grandes anfitriones. Una ciudad que goza de una dualidad inusual como pocos lugares en el mundo: playas y montañas, ambas de las más hermosas en el planeta. Este no es un destino para un fin de semana. Para conocer Cape Town, hay que realmente vivirla. Constantia, Clifton, Camps Bay, Llandudno, Sea Point, Green Point, Hout Bay y mucho por ver en cuanto a paisajes, playas, cocina, vino y su gente. Cape Town te espera con mucho por descubrir y con los brazos abiertos.
Sydney, 2024.
No es que el hecho de ser un ermitaño se trate de un secreto de Estado. Venir a Sydney a esconderme de la gente, el frío invierno y mis deberes se ha convertido en una tradición que vivo desde hace 17 años. Aún y cuando los problemas de trabajo se acumulan y la vida sigue, este mes de “premio” (como me gusta a mí llamarle) es el descanso ideal y ese “reset” de mente y espíritu que me recarga el alma y alimenta mi inspiración.
Venir aquí es un hedonismo puro. Nadar en agua helada de paradisiacas playas; correr por las distintas costas con vistas de ensueño y esa dosis de adrenalina que te deja sintiendo invencible; una infinidad de restaurantes de clase mundial y el simple hecho de vivir la vida como un local en una ciudad que para mí ostenta el mejor estilo de vida a nivel mundial.
Ese es mi Sydney, lugar de amigos entrañables y al que decidí llamarle segunda casa. Aquí se quedó mi corazón desde mi debut en 2006…y como bien dicen, uno siempre regresa al lugar en donde fue feliz. Se cierra esta edición 2024, me voy con manos llenas como siempre; dejo atrás un sueño para perseguir algunos otros, pero espero ansiosamente mi regreso.
¡Gracias Sydney!
Boston, 2024.
La ciudad más antigua en los Estados Unidos se viste de gala para recibir de nueva cuenta a este plebeyo con sueños de grandeza. 21 años tuvieron que pasar para mi regreso a esta urbe, en donde a través de nuevos ojos, puedo ahora hacerle una justa reseña en mi estilo particular. En fin…Boston es casa de grandes académicos, mentes brillantes, las familias más prestigiadas y la gente más educada de nuestro país vecino. Boston Common, Beacon Hill, Harvard, Newbury Street y Waterfront. Boston es lugar de buen ostión y mejor Clam Chowder.
New England lleva por herencia una influencia costera de mucha clase, elegancia y buen vestir. No es Nueva York; tampoco es Chicago. Boston es simplemente Boston y querer compararla es cosa de ignorantes.
Una probadita de Italia por el North End; South End para verdaderos bostonianos; la casa de los Red Sox en el Fenway; pasillos de mentes extraordinarias en Cambridge; la máxima esfera de Beacon Hill; el renacer de Seaport District y Back Bay con su emblemático lujo. Así es Boston, mucho más que historia, lindos paisajes y hermosos edificios. Ciertamente, existen ciudades más baratas, pero no son ciudades.
Newport, Rhode Island, 2024.
La Isla del Padre del regio, el Acapulco del chilango y el Vallarta del tapatío. Vámonos quizás a una escala más justa: Saint Barth’s, Seychelles, Malibu, Palm Beach…Newport se encuentra en esa liga…
Así es este pueblito costero y destino de verano por excelencia para la clase alta de la Nueva Inglaterra. Playground de pioneros, los mismos padres de esta nación vecina y familias de abolengo como los Kennedy y los Vanderbilt.
El highlight de este lugar: TODO! ¿Por donde empiezo? Antiguas mansiones (ahora museos) como The Breakers, The Elms, Marble House y Rosecliff; sus casas privadas de ensueño con el mismo estilo en honor a sus antecesores; para correr, un absoluto paraíso de grandes vistas; lujosos hoteles como The Chanler y The Vanderbilt; si te gustan los mariscos, vas a gozar. Midtown Oyster Bar y mi favorito: Clarke Cooke House.
Un destino muy ligado al deporte de vela y el quién es quién de la máxima esfera en la alta sociedad del noreste de Los Estados Unidos. Ideal para un viaje de fin de semana en pareja o quizás uno más largo en familia. La belleza de Newport es innegable y pasar aquí un verano es algo que todo aspirante a dandy, y doncella en formación, deben tener ya en su lista.
Hong Kong, 2024.
Hasta hace algunos días, cuando pensaba en “Tony”, uno de mis grandes ídolos, aún me parecía imposible comprender porqué alguien que en apariencia lo tenía todo, pudo haber llegado a ese trágico final. Hace una semana llegué a Hong Kong ilusionado porque mi carrera como viajero, después de muchos años de esfuerzo, finalmente había despegado. Mientras volaba en solitario hacia esta emblemática isla pensaba: “Ahora soy bienvenido a grandes hoteles; restaurantes de lujo me dan a probar sus más exquisitos manjares; y en ocasiones en el lugar menos esperado de un país lejano, un desconocido me saluda con el “yo te conozco y me gusta mucho lo que haces”. Esto es lo que siempre soñé. Desde niño, cuando ya viajaba en mi cabeza por todo el mundo. Y desde adolescente cuando papá notaba ya incrédulo mi entonces fascinación por las series de Bourdain, las cuales veíamos juntos, pero sentíamos de forma distinta.
Esta que les voy a platicar, es sin duda una de las lecciones más bonitas que me haya dejado un viaje. Seis días en Hong Kong bastaron para hacerme sentir un vacío inmenso y comprender lo que quizás sentía Tony. No hay éxito, fama o monto que puedan reemplazar el tener con quien compartirlos. He decidido cancelar el resto de mi travesía y regresar a casa en donde siento una inmensa necesidad de simplemente ESTAR. Aún teniendo en mis manos un infinito mundo de posibilidades, no existe hotel, restaurante, paisaje o destino que pueda yo en este momento disfrutar a solas. Siempre he dicho que viajar te cambia y creo que este Hernán es una mejor versión de aquel joven viajero en sus 20’s o en sus 30’s. Una semana adentrado en mis 40’s y creo que finalmente comprendí que viajar nunca se trató de mí. Viajar fue siempre solo mi excusa para compartir mis experiencias, lecciones, vivencias, pensamientos, recuerdos e historias con los demás. Viajar me ha traído grandes alegrías y pocos tragos amargos, éste sin duda es uno de ellos. Dejar atrás Hong Kong en esta ocasión no ha sido fácil, porque ello simboliza el decir adiós a una hermosa etapa de mi vida: la de viajar en solitario. Estoy triste, pero entiendo que me espera algo mejor. A veces hay que dar un paso atrás para poder dar dos hacia delante, y eso es algo que quizás mi ídolo nunca comprendió.
Gracias Hong Kong.
St. Moritz, 2024.
El dinero puede llevarte a lugares espectaculares y comprarte cosas lindas, pero existen contadas experiencias tan especiales que no tienen precio porque simplemente no están a la venta. Tal es el caso de este exclusivo evento llamado Passione Egandina que se lleva a cabo en el elegante pueblo de St. Moritz en Suiza.
Figuras prominentes de todas partes del mundo se dan cita año con año, en donde el común denominador es un alto grado conocimiento y pasión por los autos italianos de colección producidos hasta el año de 1994. La ruta en cuestión cruza por uno de los lugares con vistas más impactantes en este país, el famoso Val Ferrera. El Rally es organizado por Julius Bar, genios de la banca privada para grandes capitales en Suiza. Esta experiencia es sin duda una de las más bonitas que me haya tocado vivir en mi historia como viajero.
Ferrari, Lamborghini y Maserati son marcas que todos conocemos, pero quizás y no fueron ellas las protagonistas de este evento. Algunas joyas que hoy en día no se fabrican más son las que realmente captaron mi atención. Tuve también la dicha de pasar un épico fin de semana junto a sus dueños, algunas de las mentes más brillantes en Suiza, Alemania, Italia y Francia.
Con suficiente tiempo y suficiente dinero, podrías pasar el resto de tu vida persiguiendo el verano alrededor del mundo. Si logras hacerlo, Passione Engadina, es parada obligada.
Zurich, 2024.
Desconozco la razón por la cuál cada que abandono un destino me acompaña un sentimiento de tristeza. En mi memoria y desde que tengo uso de razón, siempre he sido un romántico, o mejor dicho un nostálgico; quizás y esto es en gran medida lo que me hace sentir con tanta intensidad mis viajes.
Dejar Suiza atrás en esta ocasión me pesa. Si existe un país que represente la viva imagen de una vida perfecta, sin duda es este. Seguro, limpio, moderno y bello como ningún otro lugar; pero lo que más me ha sorprendido en esta ocasión es su gente. Amable, transparente y en general con la mirada limpia.
Me voy lleno de gratos recuerdos, hermosos momentos que nos quedarán en la memoria como familia para toda una vida, nuevos amigos y sobre todo muchas ganas de regresar para explorar esta joya mucho más a fondo. ¡Gracias Zurich!
Unstad, 2024.
Fue tal el grado de conmoción que causó en mí la película The Endless Summer, que puedo decir con certeza que justo es ahí donde inicia mi historia como viajero y esa obsesión con Sydney y Hawaii.
Cuando se habla de las islas Lofoten en Noruega, uno piensa en todo menos en surf. Llegué a esta pequeña playa de Unstad como un simple turista. Ya a punto de abandonarla, me asomé por la ventana de una pequeña tienda, y desde adentro la dueña con señas me invitó a pasar. Para mi sorpresa estaba entrando en la tienda de Surf más al Norte del mundo entero, propiedad de Kristian Breivik, quien también tiene la única marca de tablas de surf en Noruega. Kristian, la leyenda quien descubrió esta playa desde lo alto de una montaña, decidió surfearla en 1988. No fue sino hasta finales de los 90’s cuando la primer expedición acompañada de una revista pusieron pie en sus olas. El resto es historia.
Hoy en día todas las leyendas de este deporte han desfilado por aquí. Surfear de noche, en temperaturas bajo cero y con solo la luz de las auroras, se ha vuelto uno de esos pequeños placeres que pocos habrán de probar.
Son solo 12 los habitantes en este remoto pueblo, pero Kristian construyó una preciosa cabaña que puedes rentar para vivir lo que un día soñó Bruce Brown. Un sueño en el que con suficiente tiempo y suficiente dinero, podrías pasar el resto de tu vida persiguiendo el verano alrededor del mundo.
Copenhague, 2024.
Podría pasar horas hablando de los grandes restaurantes y hoteles que marcaron esta travesía por la ciudad de Copenhague. Pero realmente creo que mucho más allá de grandes platillos, deliciosos postres, estrellas Michelin, o incluso del enorme trabajo, inversión y atención al más mínimo detalle que implica montar cada uno de estos sitios, esta ciudad me ha maravillado por algo distinto; y hablo de su gente. En ningún lugar del mundo he visto yo una concentración tan alta de creatividad. Es aún más sorprendente si consideramos el radio tan pequeño que abarca.
Nunca he sido partidario de visitar las principales atracciones turísticas o esas magníficas calles con sus grandes marcas. Para mí se trata de deambular sus callejones tratando de encontrar inspiración en lo mundano, que suele habitar en donde desaparecen las masas de gente.
He llegado a la conclusión que cuando la calidad de propuestas en una ciudad es tan alta, simplemente no hay cabida para algo mediocre. El mercado por sí solo es quien se encarga de desaparecerlo.
Si tuviera que dar un consejo a cualquier persona que está por emprender un restaurante, una firma de moda, diseño, mobiliario, arquitectura, interiorismo o cualquier negocio del ramo creativo, sería: Visita Copenhague. Come, prueba de todo, emborráchate. Platica con un extraño; conoce su punto de vista. Adéntrate en sus pequeños rincones y descubre sus tesoros. Toma fotos; y toma notas. Piérdete corriendo; observa las distintas caras de una misma ciudad; si has de pasar frío, vívelo intensamente, y disfrútalo. Vívela de día y vívela de noche; déjate maravillar por sus contrastes. Pregunta, escucha y aprende; pero sé humilde. Y antes de emprender, observa como lo hacen aquí.
Noruega, 2024.
Cuando era solo un niño, papá me platicó acerca del único viaje largo que emprendió mi abuelo. Debió haber sido en los 50’s, y en aquel entonces, viajar a un país lejano eran cosas mayúsculas. Podría jurar que fue ayer cuando escuché esas palabras, porque recuerdo que retumbaron en mi cabeza: “los fiordos noruegos”. En esa edad todo me parecía tan lejano y tan inalcanzable. Papá nunca tuvo un interés por viajar y eso quizás lo hacía parecer aún más difícil. Crecí con el sueño de algún día poder experimentar, lo que seguramente habría sentido mi abuelo. Saberte minúsculo ante la grandeza de la naturaleza es quizás la mejor manera de describirlo.
Este es un viaje para vivirse por tierra, manejando de un pueblo a otro. Lo más bonito de este recorrido es conocer otro tipo de felicidad; una que no reconoce cifras, logros o estatus; una que se vive de forma sencilla, y donde la riqueza viene en forma de armonía con animales y la naturaleza. Puedo afirmar sin temor a equivocarme que la maldad no tiene cabida en estos lares, o simplemente está tan lejos que aún no ha encontrado el camino.
Noruega es el vivo ejemplo de un país de cuento. Fiordos, montañas, lagos y vista tras vista, tras vista. Cada una es mejor que la otra. Un lugar de gente buena, así lo podría resumir. Me voy con las manos llenas, así como lo hago con cada país al que visito. Esa es mi perspectiva del mundo; una que romantiza su belleza y pasa de largo el resto.
Gracias Noruega.
Careyes, 2025.
Siempre ha existido un enigma alrededor de Careyes. Realmente nunca he sabido de qué trata este sitio que hoy por hoy se ha mantenido tan discreto, tan aislado y tan por debajo del radar. Careyes, para quienes aún no lo conocen es sinónimo de personajes ilustres y artistas, coloridas mansiones con una arquitectura mediterráneo-mexicana, exclusivas fiestas y una comunidad selecta de nobleza y familias europeas de grandes capitales.
Si bien es cierto que figuras de la talla de Berlusconi, Mario Testino, Cindy Crawford y Robert De Niro han desfilado por aquí, sería totalmente injusto juzgarla por esta tan insignificante característica. Careyes es muchísimo más profundo. Llegué aquí con altas expectativas y un sinfín de dudas que buscaban entender el misticismo mágico alrededor de esta denominada “Tierra de Reyes”. Careyes es el proyecto de vida de Gian Franco Brignone. Por decir poco, este señor fue un banquero visionario; edificador y astrónomo, pero sin los títulos; excéntrico; amigo de los amigos e ídolo de muchos; filántropo; amante del deleite, la estética, el buen vivir y las mujeres. Gracias a él, Careyes hoy es el destino más singular en México. No tengo la menor duda de esta aseveración. Hoy, tras su triste partida, son Giorgio, Filippo y Emanuela quienes han tomado la estafeta de este gran sueño llamado Careyes. A pesar de las muy altas expectativas, han sabido preservar y construir sobre el legado de un gran hombre, su padre.
Careyes no es un complejo turístico, tampoco es un hotel, ni una serie de fraccionamientos. No es Mi Ojo, Casa Selva, Sol de Oriente o Sol de Occidente. No es una instalación de arte, “La Copa del Sol” ni el Polo. No es Playa Rosa, Teopa, la ausencia de desarrollo, ni lo prístino de sus alrededores. Tampoco es Ondalinda, su arte, Los Brignone o las historias de Giorgio cargadas de nostalgia. Quizás se trate más acerca de un estado de ánimo o una filosofía de vida. Y como todo lo bueno en esta vida, Careyes se reduce finalmente a su gente: una comunidad hermética; no por su nivel socioeconómico, sino por el simple temor a que esto pudiese tomar un rumbo distinto.
A Giorgio, Ana, Filippo, Susana, Al, Óscar y cada uno de quienes me abrieron su corazón: Gracias! Careyes es un destino que siempre lo llevaré conmigo. Me voy con nuevos amigos y las manos llenas, pero también me voy con muchas más dudas de las que tenía al llegar. Sinceramente aún no sé qué es Careyes y quizás nunca lo sabré. Paso la estafeta más delante y te dejo la tarea a tí: Vívelo en carne propia y si logras descifrarlo, aquí estaré para escucharte.
Gracias Careyes.
Costa Rica, 2025.
Escondido en un rincón de Centroamérica, existe un pequeño país colmado de vegetación, hermosas montañas, remotas islas, playas paradisíacas y los corazones más lindos que puedas imaginar. Costa Rica es el país de la gente bonita; un lugar que recibe con brazos abiertos a nuevos amigos de todas partes del mundo. Hablo de aquellos quienes han dejado atrás familia, amistades y toda una vida, para buscar abrirse brecha por el camino de la felicidad. Hablo también de quienes al menos por unos días, queremos ser testigos de su magia.
Costa Rica es un lugar en donde esa línea divisoria entre razas, clases sociales y religiones parece no existir. En donde todos, sin importar su origen, creencia o preferencia pueden llamarle casa. Un lugar en donde los animales también tienen un lugar especial. Auténtico, simple, pacífico, sin pretensiones y poco desarrollado. Es aquí precisamente en donde radica su encanto. El desarrollo suele llevarse consigo la esencia de un lugar y su gente.
Santa Teresa me ha regalado atardeceres como pocos a lo largo de esta vida como viajero. Pero quizás existe algo más transcendental que su belleza natural; y hablo de su gente: esa mezcla interesante de culturas, nacionalidades, creencias e intereses que comparten una bella característica: son gozadores como pocos. Me voy con manos llenas de nuevos amigos, historias, risas y más memorias para ese baúl sin fondo que lleva por nombre “Viajar”. Ahora comprendo porqué lo dicen. Costa Rica es Pura Vida Mae!